La construcción de la Iglesia Matriz de Viana do Castelo remonta a la primera mitad del siglo XV, influenciada por la estética gótica. La región, situada entre los ríos Miño y Lima, siempre disfrutó de una cierta autonomía, teniendo su sede religiosa sucesivamente en Tui (de 569 a 1362), en Valença (de 1382 a 1444) y en Ceuta (de 1444 a 1514). Aun así, fue en noviembre de 1977, satisfaciendo una aspiración secular de las gentes de la región, que el papa Paulo VI autorizó la creación de la diócesis de Viana do Castelo, elevando entonces la Iglesia Matriz a Catedral.
La iglesia fue inicialmente dedicada al Divino Salvador y solo más tarde consagrada al culto mariano, pasando a tener como patrona a Santa Maria Maior.
Quedó preparada para el culto en 1455 y, en 1483, fue promovida la colegiata por iniciativa del obispo de Ceuta, D. Justo Balduíno. Su exterior conserva la apariencia de iglesia fortificada, de inspiración románica y semejante a algunos templos de Galicia: en la fachada, dos imponentes torres almeadas encuadran un cuerpo central en que sobresale la rosácea de moldura de rendija, sobre un portal ojival compuesto por cuatro arquivoltas, tres de las cuales decoradas. Cristo reinando corona la composición en el cierre de la ultima arquivolta, ladeado por una visión de la corte celestial. Protegiendo la entrada de la Catedral están las esculturas de los seis Apóstoles más unidos a las tradiciones de la villa y la región: San Pedro, San Pablo, San Juan, San Bartolomé, San Tiago y San Andrés. El conjunto escultórico en el portal principal es una obra notable y diferente del gótico nacional.
En el interior, constituido por tres naves, destaca la exquisita ornamentación y el conjunto de sepulturas armonizadas de la nobleza local. Entre las diferentes capillas, merece mención especial la del Senhor Jesus dos Mareantes, perteneciente a la Confradía dos Mareantes, que conserva una notable colección artística, incluyendo una imagen del Senhor Morto adquirida en Inglaterra en el año 1593, vestiduras milanesas del siglo XVII y una lapida datada de 1404, decorada con símbolos astronómicos, posiblemente originaria de una anterior capilla levantada por los hombres del mar.
Dos violentos incendios, en 1656 y en 1809, causaron graves destrucciones y el ultimo llevó al abandono de la iglesia durante algunas décadas, volviendo a asumir sus funciones parroquiales solamente en 1835. La cobertura original de las naves fue en esa época sustituida por recebado pintado. La sacristía posee una rica ornamentación barroca.