Rodrigo Díaz de Vivar, conocido popularmente como El Cid Campeador, fue un héroe burgalés de leyenda. Hombre de armas, el legendario caballero prestó ayuda durante años a los reyes castellanos y leoneses al frente de su propia y temida mesnada. En 1081 se adentró en Toledo para vengar el ataque musulmán a Gormaz (Soria) sin esperar órdenes del rey Alfonso de León, quien le desterró como castigo, poniendo entonces su espada Tizona al servicio de otros monarcas de la península, hasta volver a ser llamado por Alfonso VII para ayudar a su ejército contra los almorávides. Nunca se encontraron y el Cid fue declarado traidor, centrándose entonces en la toma de Valencia, tras cuya victoria se proclamó en 1094. En la ciudad mediterránea falleció en 1099 cuando, según cuentan las crónicas de la época, fue atravesado por una flecha perdida en lo alto de las almenas de la defensa de la ciudad. Su vida inspiró el más importante cantar de gesta de la literatura española, El Cantar de mío Cid.