La encrucijada orográfica y climática que define el territorio de transición entre la cordillera Cantábrica y los Pirineos favorece una diversidad botánica deslumbrante, además de un sinfín de ecosistemas ideales para gran cantidad de especies animales.
Además, un paisaje tan accidentado donde se suceden los cañones, los desfiladeros y las gargantas, en el que son capaces de convivir hayas y quejigos o robles y alcornoques, por citar algunas variedades y donde el visón europeo, el cangrejo de río o el águila perdicera pueden vivir con seguridad, bien se merece una pausada visita con todos los sentidos activados.
Al abrigo de la sierra de Oña, en uno de los parajes más interesantes del Parque Natural, tanto por sus valores medioambientales como históricos y patrimoniales, la villa de Oña acoge la Casa del Parque Huerta de San Salvador. Instalada en lo que era la antigua vaquería del monasterio, dentro de un recinto rodeado por cuatro kilómetros de muralla donde los monjes producían leche y carne y muy cerca la piscifactoría monacal del siglo XVI, el edificio ha cobrado una segunda vida perfectamente integrado en el entorno para proporcionar una completa información del entorno desde todas sus perspectivas.